Actualmente, hay iglesias adventistas del séptimo día por toda Cataluña, vinculadas al Consejo Adventista de Cataluña, que las representa. La superación del cristianismo (y la consiguiente “muerte de Dios”) ya iniciada por la Ilustración es fundamental para la transmutación de todos los valores, para la recuperación de los valores de la antigüedad perdidos tras la aparición de esta religión y de la filosofía. Los cristianos creen en la resurrección después de la muerte y en la vida eterna junto a Dios.

Es una jornada de ayuno, con la que conmemoran justo la penitencia idéntica con la que Moisés agradeció la liberación del pueblo de Israel de manos de los egipcios, una conexión con los judíos. Según la tradición, el profeta Mahoma solía ayunar en esta fecha y recomendaba este ayuno a sus compañeros y seguidores. En el mundo hay 2.400 millones de cristianos, de los que 1.285 son católicos. Por eso, el hijo de Dios nació en el lugar más pobre sobre la Tierra como ejemplo para que los cristianos adoptasen la humildad como una de sus máximas. Llega la Navidad y el planeta se llena de papanoeles, abetosy muñecos de nieve, rojo, verde y blanco uniendo al mundo. La avalancha made in China inunda hasta los rincones más remotos, en un tiempo de fiesta en el que se superponen mitos, tradiciones y religiones, con el solsticio de invierno de telón de fondo.

Es un ‘‘paréntesis’’ que ya ha durado demasiado, nada menos que diecisiete siglos. En esto, confío más en el sentido común de los más, que en el acierto de los menos, las élites jerárquicas.I.V. Diría que solo será así si las jerarquías actuales se empeñan en mantener la totalidad de la doctrina ideada por Lactancio. Pero si renuncian a todas las barbaridades –a las que ya apenas nadie da crédito–, reconocen su error y comienzan a enseñar el conocimiento que Eusebio puso en los Evangelios, creo que podrían salvarse del ostracismo universal.

Los cristianos fueron duramente perseguidos durante más de 200 años hasta que fuera reconocida como religión oficial, cuando el emperador Constantino se convirtió al cristianismo. La característica principal de los Evangelios canónicos es su comunicar y transmitir la auténtica tradición apostólica, ya que fueron escritos por aquellos que conocieron a Jesús personalmente, o al menos de aquellos que tuvieron contacto directo con sus Apóstoles. Así nos encontramos con textos inspirados por Dios, que informan episodios de la vida real, discursos escuchados por aquellos que vivieron con Jesús y compartieron su maravillosa misión. Los Evangelios canónicos también informan el testimonio directo de la vida de los apóstoles después de la muerte de Cristo, las apariciones que tuvieron sobre él después de la resurrección.

En los últimos años el porcentaje de creyentes se ha mantenido, ha pasado del fifty four,58% al 54,58%. En cuanto al Cristianismo no ha variado, en la encuesta anterior lo profesaban el 28,59% y según los últimos datos lo profesa el 28,59% de la población. En primer lugar estableciendo la unión inseparable, una conexión indisoluble entre el amor a Dios y al prójimo. Y San Juan, en su primera carta, refleja cómo el amor a Dios es pura ilusión si no dirigimos nuestra mirada hacia el prójimo- Y, a la vez, el amor al prójimo podría convertirse sólo en filantropía si no se fundamenta en Jesucristo y en el amor a Dios. El cristiano ha de encontrar en el amor a Dios la fuerza para amar al prójimo, y a la vez sólo puede llegar al amor auténtico a Dios si ama auténticamente a los hermanos.

Melanie Klein sistematizó el estudio de estas situaciones en la Teoría de las Relaciones Objetales. Los sacerdotes con sus objetos que ellos consideran sagrados no pueden desprenderse de ellos porque su separación física les genera angustia, y si están con ellos su yo, de forma ilusoria se refuerza. El término sacer significa sagrado, consagrado, sacro, y también maldito, execrable, abominable, es decir lo que para un sacerdote cristiano la cruz que lleva en su pecho es un objeto sagrado para otras personas puede ser abominable, o maldito, pues las dos acepciones son igualmente válidas. El paso de la magia a la religión pudo haberse producido por el descubrimiento de la ineficacia de la magia.

Su superación radical es necesaria para la aparición del hombre nuevo, del superhombre. Los cristianos católicos deben también participar en la Eucaristía, todas los domingos y en los sacramentos, celebrar los tiempos litúrgicos. La fe cristiana y su práctica en la vida diaria dan sentido a la vida del cristiano. Muchos consideran que Constantino “creó” la Iglesia Católica, e impulsó la doctrina de la Santísima Trinidad presionando a los obispos reunidos en el Concilio. Los defensores de la Iglesia Católica sostienen que las bases de la doctrina ya estaban en la iglesia primitiva unos 200 años de Constantino, como el nombre “católico”, la veneración a María, las imágenes, la Trinidad, la naturaleza de Cristo. Sin embargo algunos expertos opinan que no hay suficiente documentación que lo apoye.

Cada diócesis tenía ideas teológicas diferentes y se apoyaban en sus formas de pensar para asuntos de competencia territorial dentro del imperio. Los Patriarcas gozaban de mucho poder político y cualquier asunto teológico period visto en clave casi nacionalista. En este aspecto, el Patriarca participaba de las luchas de poder internas del imperio.

En este libro encontramos un análisis de las patologías del Estado, el Estado-nación moderno. Por lo tanto propone un pluralismo político más radical que el que permiten las dinámicas del Estado onmicomprensivo. Hay un tercer capítulo dedicado a analizar la identidad y la movilidad en el mundo globalizado. Por cierto, con jugosas reflexiones sobre el fenómenos de las migraciones. Fuera de toda nostalgia constantiniana, este libro nos ayuda a reflexionar sobre qué prácticas de la Iglesia pueden auxiliarnos en la negativa a la colonización de la imaginación cristiana por parte del Estado-nación, que quiere someter a su dominio toda relación de pertenencia.

Constantino desaprueba poseer esclavos cristianos y sobre todo venderlos a no cristianos. Pero la esclavitud como tal, tan profundamente arraigada en las sociedades mediterráneas, y cuyo origen se perdía en la noche de los tiempos, se sigue aceptando, sin cuestionar su legitimidad y normalidad. La Iglesia se limitaba ante ella a la proclamación de la igualdad ante Dios, las exhortaciones a la caridad y a la buena conducta, sin afrontar la abolición de instituciones jurídicas que le sobrepasaban. Pocas voces aisladas proclaman su inmoralidad, como la de San Gregorio de Nyssa ( ) que considera la posesión de esclavos como un grave pecado14. Pero la Iglesia, siguiendo a Ignacio de Antioquia, es contraria a las reclamaciones de los esclavos cristianos de ser emancipados a costa de ella.

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